El conocimiento es un tesoro, pero puede aumentar o disminuir


Puede parecer increíble, pero es verdad.
Con el transcurrir de los tiempos, 
resulta que cada vez hay más mentes
que tienen por cabeza una granada sin fruto.

Más increíble es que, teniéndolo en casa, no se sepa lo que uno es.

 

El entendimiento nos lleva a poder dictar la sentencia en forma concisa y clara, por eso el lenguaje tiene que estar al mismo nivel de posibilidades que solicite el contenido de lo que se quiere transmitir, de tal forma que haya concordancia recíproca entre el conocer, entender, saber y decir. La relación con uno mismo y con los semejantes del entorno está basada en la comunicación recíproca, de tal forma que lo de hoy puede ser anulado o superado, pues el conocimiento presenta ciertos límites y la dinámica de la realidad lleva a tener que ir actualizando las circunstancias que se vayan produciendo.

La segunda lectura de un libro lleva a la conclusión de que es otro libro distinto. Al insistir sobre lo mismo, a través de la reflexión, se van aclarando los conceptos, pues la persona que lee puede no estar a la misma altura que el que lo escribió; lo mismo o parecido sucede cuando otro lo manifestó de forma oral. A medida que se indaga sobre algo van surgiendo otras alternativas de conocimiento y posibles nuevas conclusiones, con lo que se va aumentando el conocimiento e incluso puede surgir una nueva idea.

El conocimiento es un tesoro y puede aumentar o disminuir. En el momento actual no sabemos en qué grado nos encontramos de riqueza, por eso es necesario intentar niveles superiores para alejarnos de la estupidez que debe suponer la ignorancia.

El conocimiento es una riqueza interior intangible que nos preside permanentemente sobre nuestra capacidad de ser y obrar, además nos ayuda a mantener el autocontrol sobre nosotros mismos al conocer las limitaciones y posibilidades que tenemos. Conocer en general sus fuerzas y debilidades comparadas frente a las de un enemigo le puede llevar a la batalla o desistir de ella.

El conocimiento es un arma poderosa, pero todo depende de cómo lo sepamos administrar en las circunstancias que en cada momento concurran. La observación meticulosa y objetiva de los hechos, seguida del análisis en reflexión profunda sobre el lecho de la razón y la verificación, nos puede llevar a descubrir una nueva verdad. El conocimiento profundo y sólido está basado en las verdades científicas conseguidas y almacenadas en el cerebro. De esta manera, es fácil entender que saber es simplemente recordar.

El fruto sale de recordar y aplicar.

Somos del entorno de donde nacemos y compuestos de todo lo que nos rodea. Somos seres vivos que nacemos, nos desarrollamos y morimos, por lo tanto, realidades hechas de lo que está hecho el planeta Tierra y participamos de todo lo que lo contiene, así como de lo que nos rodea en la consideración cósmica. Los seres vivos lo somos porque lo que llamamos vida es energía y ésta la tenemos que adquirir del medio que nos rodea y en el que vivimos, por lo que somos todos dependientes de la razón y ser de la vida: la energía. Cuando el conjunto de la materia viva que compone nuestro ser deja de recibir energía es cuando aparece nuestro final. Nuestro mundo interior es una auténtica organización de centros neurálgicos perfectamente establecidos en proporción de participación y estructura estática y funcional perfectamente concebida.

El verdadero milagro que aún no parece haber llegado a entenderse, de forma sencilla y fácil, es que nuestro interior y nuestro yo es un gran mundo micro cósmico en un orden perfecto y asimilado a lo que es la estructura dinámica del universo. El ente genérico animal, y nosotros lo somos, responde a los mismos principios y funciones.

Así, un perro tiene que comer y su organismo convierte ese alimento en energía, lo mismo que nosotros o los caballos, patos, elefantes, leones, salmones, etcétera. La unidad integral de nuestro ser es micro cósmica y multifuncional en actuaciones recíprocas coordinadas en un perfecto silencio. 

Así es como sucede, por eso el concepto asimilado de salud, como realidad que vivimos, es silencioso.

La salud es armonía en el más estricto silencio.

Si todo funciona biológicamente bien en su sincronización dinámica de nuestro interior es cuando no sentimos nada, por eso la salud biológica-somática es silencio. Además de lo biológico, hay que considerar la interacción recíproca con lo antropológico-psíquico, ya que en la correlación intrínseca se influyen recíprocamente, por lo que medir el nivel óptimo de salud debe hacerse tomando en consideración el conjunto en sí Biología-Antropología, que es el que interacciona y que se conoce como psicosomático.

El milagro más milagro de todos los milagros más milagrosos que han existido es la generación de la vida. Nuestro organismo en su estructura integral de unidades simples sincronizadas en perfecta armonía es el primer proyecto que hemos recibido y, además, regalado. Funciona él solito las veinticuatro horas del día y todos los días de un año y otro y otro, sin decir ni pedir nada.

El sueño normalmente diario es como una muerte parcial, pues no somos conscientes de lo que el sistema dinámico de la ciudad interior realiza, pero queda claro que el mecanismo inteligente que rige nuestra vida da lugar al sueño para que la regeneración biológica-funcional quede limpia y lista para el día siguiente.

El cerebro, como centro neurálgico que rige todo lo que somos y posibilidad de proyecciones cósmicas tangibles e intangibles, no tiene límite en sus consideraciones por disponer de estructura espacial a imagen y semejanza de la inmensidad del espacio cósmico del firmamento infinito, al cual pertenecemos como seres reales y vidas finitas.

¿Por qué siendo la vida de la persona lo primero y principal, no se hace sobre ella el primer proyecto de lo que, seguidamente será el soporte de nuestra incierta vida personal y en colectividad? ¿Qué sentido tiene el que vayamos buscando el conocimiento en un entorno incierto, cambiante y lejano de la verdad, cuando la ciencia de la verdad científica más pura y única está residiendo en nuestro interior, a nuestra disposición y de forma gratuita? ¿Cómo es posible que los primeros conocimientos sobrevenidos no sean dedicados al lenguaje con su riqueza etimológica y semántica, a la filosofía, la lógica, la retórica y a conformar la estructura del cerebro? Teniendo en nosotros el proyecto más perfecto posible, ¿por qué no se empieza por eso y, a partir de conocida esa inmensa ciudad interior, no se proyecta a lo que corresponda por proyección a escalas superiores? ¿No es una vergüenza para el que se hace llamar «persona» de forma pomposa, el que no conozca previamente su origen como animal y cómo será el camino a recorrer en su vida hasta llegar a persona? Es increíble que, teniéndolo en casa, no se sepa lo que uno es. Al nacido se le echa a la sociedad a pastar como vulgar animal y, así, ser presa fácil para que los ganaderos del poder puedan sacar su provecho. Después del maravilloso regalo de la vida, hay que prepararle para las infinitas obligaciones que la sociedad le impondrá a través de la gobernanza.

La primera mentira como engaño más horroroso es inocularle que todos son derechos universales y gratuitos los que tiene que recibir, cuando realmente después, ya adulto, de todo lo que produzca le quedará una pequeña parte, pues el resto se lo robarán en concepto de impuestos en forma de requisa. Realmente, para el ciudadano considerado normal, su vida transcurrirá en un permanente calvario y tiempo de cuaresma; o sea, trabajar para que el beneficio lo disfruten otros, sufrimiento contenido, ayuno y penitencia.

Ya sé que estas cosas que digo pueden no caer bien, pero al menos me moriré con la tranquilidad de que no me podrá llamar traidor por omisión.


Antonio Sáez del Castillo

27  de Septiembre de 2016

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