¿Es alta traición torcer el camino de la verdad?

 

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras? Lope de Vega

De gente bien nacida es agradecer los beneficios que recibe. Miguel de Cervantes

 

La razón y ser de las cosas en general, ya sean hechos, dichos, ideas, sentimientos o en cualquier forma que como causa se manifiesten, nos tiene que llevar a estudiar su recorrido hasta el final, así como a reflexionar sobre su resultado como efecto.

Origen como causa, recorrido como proceso dinámico y conclusión o fin como efecto es el cauce normal por el que nos realizamos como seres vivos, incluso los entes sintéticos o físicos animados por las condiciones de la naturaleza o artificialmente; de consideración general, por cualquier condicionante que en forma de tropismo actúe sobre un ser vivo o un ente dinámico. El móvil principal de las causas conscientes en el ser vivo es la energía intrínseca que le da vida para la biología y su desarrollo antropológico, así como a otras formas de energía pertenecientes a leyes universales o de consideraciones cósmicas.

El concepto genérico de ser vivo en su más amplia consideración posible, de momento a nuestro alcance, es el efecto de una causa que radica en lo que hemos dado en llamar energía. O sea, de ser así la verdad científica del concepto vida, se puede tomar como premisa primera y principal en el concepto denominado energía, con lo que si no hay energía no habrá vida, al igual que si no hay electricidad no habrá campo magnético o magnetismo. Si un ser vivo deja de recibir energía, ya sea por sí mismo o de otra fuente, entonces cesa su vida. ¿Podríamos considerar la energía como causa y la vida como efecto?

La vida es dinámica en todos sus acontecimientos, pero es evidente que gracias a la energía. Es decir, la vida es energía y gracias a ella se realizan multitud de acontecimientos simples que dan origen a un conjunto de formación integral compleja. De lo simple, por agregación en cualquier dimensión normalmente homogénea o compatible, pasamos a lo complejo. Agregar lo simple conocido manteniendo su identidad intrínseca nos lleva a lo complejo, pero, desde lo complejo, ¿podemos deducir los elementos simples? ¡Evidentemente sí!
Los actos son reversibles en su concepto intrínseco de acción y reacción o de causa-efecto y viceversa. Por el humo se sabe dónde está el fuego, se suele decir, con lo que la causa es el fuego y lo deducimos por el efecto, que es el humo que vemos. Parece un razonamiento simple y sencillo, pero así podemos razonar en multitud de acontecimientos.

Además, para buscar y encontrar las verdades científicas hay que tomar en consideración la diferencia que hay entre las tangibles e intangibles, pues tanto unas como las otras son realidades, aunque unas las veamos con los ojos y con el cerebro todas.
El concepto razonamiento sobre unidades simples es como una reacción reversible que desde una causa se pasa a un efecto y desde el efecto se vuelve a la causa. Acumular unidades simples no significa que cada una de ellas pierda su razón y ser, nada de eso, la identidad sobre sí misma de cada una de las unidades simples puede ser conservada, ya que es su propia identidad la que, siendo distinta de otras, la confiere su verdad diferenciada o en su diferencia respecto a las demás.

Por ejemplo, en contabilidad los elementos de una cuenta de explotación seguirán manteniendo su identidad diferencial, a pesar de que el resultado sea el acumulado en suma aritmética de todos los elementos simples de los que se compone la cuenta de explotación en su conjunto.
Las verdades y las posibles e incluso probables mentiras o fraude se encuentran depositadas en el conjunto de los elementos diferenciados de la cuenta de explotación, y es ahí donde hay que mirar detenidamente por experto, para deducir lo que corresponda como verdad contable vinculante por contrapartida cierta o, por el contrario, lo que no corresponda por haberse metido de «clavo». 

¿Es alta traición pervertir el lenguaje del discurso para beneficio propio?

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En los Consejos de Administración se les suele entregar a los consejeros, entre otros documentos, las cuentas auditadas y en concreto «el resultado de la Cuenta de Explotación», que es lo que interesa que firmen dando su «visto bueno o conformidad», ya que la Cuenta de Explotación es muy laboriosa por necesitar saber y, además, termina siendo un coñazo insoportable, con lo que es mejor llegar y besar al santo firmando todos los «folios», cuando en realidad son A4.

Lo normal sería recibir previamente toda la documentación para poderla estudiar y, seguidamente, acudir al Consejo con la lección aprendida, pero para qué tanto trabajo y asumir el riesgo de que se hagan preguntas indiscretas o altamente comprometidas, si lo han hecho ya los «sabios de la Auditoría con las indicaciones de los altos ejecutivos», por lo que no merece la pena repetir lo que está servido en bandeja por la vía de la alta fiabilidad convencional-oficial de la Auditoría obligatoria.

Darle el conforme al resultado de la Cuenta de Explotación sin más es firmar en barbecho, es asumir una responsabilidad por ignorancia, sumisión u otros conceptos no confesables. Pero es conveniente saber y recordar que no basta hacer lo que se puede, es preciso hacer lo que se debe. Piensa mal y acertarás, dice el  sabio refrán.

O dicho de otra forma: la realidad irrefutable del ejercicio de control y supervisión es intrínseco y en correlación a la obligación asumida en el cargo y su responsabilidad inherente.

Los dos versos de Lope de Vega, adaptados para el caso, pueden ayudar a aclarar algo más el contenido de lo expuesto anteriormente de forma muy reducida. A veces, conviene mitigar un poco la cruda posible realidad. Así, ¿Qué tengo yo que mi voluntad procuras? ¿Qué interés se te sigue amo mío? Tengo que confesar que, en este caso, es posible que lo anteriormente indicado pudiera desagradar, pero al menos debería invitar a la reflexión profunda por la importancia que tiene el asunto.

Como el estrambote se suele utilizar para completar el contenido del soneto, ahora la referencia base es de Cervantes: Es preciso que ni el principal, ni el interés, ni el recuerdo, ni el agradecimiento como pago de favor recibido, ni el rencor, ni la opinión interesada, ni la incompetencia hagan torcer el camino de la verdad.

¡¡¡Se agradece que de entrada se informe 
del resultado de la Cuenta de Explotación, 
pero seguidamente hay que saber si es conforme
con todo el contenido!!!

En una Empresa, la responsabilidad última de las consecuencias negativas que surjan en el proceso de su actividad mercantil siempre cae sobre el empresario. Ante la responsabilidad delegada a otros, siempre hay que mantener la vigilancia sobre los elegidos y sus actos: Estar presente lo más posible, mirar y ver, oír y escuchar, valorar y concluir por si hay que intervenir para rectificar o anular los poderes concedidos.

En las empresas está establecida la responsabilidad de los gestores y además la auditoría interna y la externa, pero de tal forma que los resultados de las quiebras nunca son detectados anticipadamente o con tiempo suficiente para tomar las medidas adecuadas de rectificación y vuelta a la normalidad, de tal forma que se llega directamente a la suspensión de pagos o a la quiebra sin que nadie se haya enterado antes de nada. En las Administraciones Públicas existen los organismos de supervisión y control y de cualquier otra condición o fin parecido y al frente de ellos políticos responsables de su buen fin, pero tampoco nadie se entera de cómo se despilfarra el dinero público y se mantienen en quiebra recibiendo subvenciones hasta llegar a límites que dan lugar a la horrorosa corrupción. Con Felipe González de forma parecida, pero al menos se enteraba por la prensa. Siempre queda un consuelo.

Quevedo: El que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra. Cuando el que gerencia y no es lo suyo lo que puede perjudicarle, no duda en llegar hasta el límite, la quiebra, pues siempre tendrá asegurada una parte que las leyes publicadas a su favor, injustas por ser unilaterales, le conceden. El que pone la idea y el dinero para montar un negocio no sabe, de antemano, que es el último mono del circo que ha montado, pues todos los «artistas» cobrarán, unos más que otros y, al final de la quiebra, él será el único que lo habrá perdido todo. Ser empresario en este país sin nombre, sin bandera y con leyes mordaza por injustas al ser unilaterales para ejecutar al que arriesga, no es que sea una proeza, es simplemente una insensatez o infinita locura. Menos el empresario, que no pinta nada, todos salen beneficiados. Menos el empresario, todos hoz en ristre a la siega de otro trigal. Cuando en un «trigal» hay más «amapolas» que «espigas», hambre e incluso miseria segura.


¿Es alta traición torcer el camino de la verdad?
Herodoto, Padre de la Historia: 
Yo tengo la obligación de recoger
todo 
lo que me dicen, 
pero no de creerlo.



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Antonio Sáez del Castillo

17 de julio de 2016

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