La ficción y la realidad

La envidia es origen de la maldad, la soberbia de la ignorancia. 

 

El Estado y el Gobierno son ficción, las personas son la realidad. Los partidos políticos son ficción, las personas que dicen ser políticos son realidad. Los sindicatos son ficción, los que dicen ser sindicalistas son realidad. Las asociaciones empresariales son ficción, las personas que las representan son realidad. Las compañías mercantiles son ficción, los ejecutivos que las representan son realidad. Etcétera, etcétera, etcétera.

Ni el Estado, ni el Gobierno, ni los partidos, ni los sindicatos, ni las asociaciones empresariales, ni las compañías mercantiles, ni nadie de esta guisa o parecida puede hacer leyes, cobrar impuestos, hacer carreteras, robar, equivocarse, pedir perdón ni conseguir la ruina de la institución que sea. Son las personas como responsables y no las instituciones a las que representan. Los partidos no pueden pedir perdón, los políticos no pueden confundir al pueblo pervirtiendo el lenguaje al decir que su partido pide perdón por tanto robo y otras fechorías. El rey Juan Carlos se refirió a él, pero no a la Monarquía ni a la Corona y al Estado. No es culpable la entidad de Ficción, son responsables los de carne y hueso que representa la realidad. 

La luz del conocimiento en su conclusión razonada, nada tiene que ver con la luz del día ni con la que emite una lámpara alimentada por una corriente eléctrica u otro tipo de energía. Lo intangible existe como verdad, al igual que es verdad física lo que se aprecia con los ojos. Fiarlo todo a los ojos es un gran error. Ver es fotografiar una realidad física clásica y enviarla al cerebro. Precisamente, es el cerebro el centro neurálgico lógico que, basándose en la razón y ser de la sustancia contrastada y archivada como conocimiento estructurado, puede, a través de la reflexión, analizar todo tipo de acontecimientos y, a su vez, concluir en una verdad asumible como posible o probable, incluso no pocas veces hasta cierta por no poder ser refutada. Los que tienen el poder, en lo que sea o corresponda, son los que lo ejercen dando órdenes, haciendo leyes o lo que quiera que sea y con la obligación de cumplirlas por otros, generalmente el pueblo, consumidor o lo que a cada uno le corresponda o afecte; en el concepto de obligación, corresponde al receptor débil o fuerte, pero con el sesgo normalmente muy definido en favor del fuerte y en perjuicio del débil. Contratar es fácil, pero anular el compromiso es normalmente un calvario. Además, el fuerte sabe que queda sumido en el anonimato protegido por el “Ente” y que la otra parte es débil y se encuentra con muchas dificultades para su reclamación. El Grande como entidad está ahí, pero nadie la representa como nadie da la cara de forma física. “Haga la reclamación por escrito y fundada, que ya le contestarán”. El débil se enfrenta a un muro hasta que se aburre y desiste. La realidad le irrita, le conmueve y le agobia. 

La desidia en versión dejadez es nociva para la persona y la sociedad. Asumir todo lo que se recibe sin analizarlo o comprobarlo puede dar lugar a no entender lo que se hace o se está pagando, pues un simple cargo de la comunidad de propietarios, la factura del móvil o del suministro de energía eléctrica puede contener conceptos no contratados o desconocidos. Valga como somera referencia la factura del suministro eléctrico a una vivienda, oficina, fábrica o lo que corresponda en cada caso particular. 

¿Ha comprobado en la factura del suministro eléctrico, de vez en cuando, el desglose de los conceptos de la facturación? ¿La potencia contratada es la que realmente necesita o podría reducirla? ¿Sabe que está pagando un impuesto sobre la electricidad y, sobre él, también el impuesto del 21%? Pero ¿cómo, impuesto sobre impuesto? En una factura de potencia contratada 6,9kWh por 77 días y consumo muy pequeño (122kWh), el importe por consumo 17,20 y por potencia 61,20. El importe de la factura 97,30. Importe del consumo el 18%. El resto, como lo justificó el Gran Capitán: “Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados”. Muchos pocos pueden ser mucho. Entre tasas, impuestos y pretextos al final todo son sumandos a pagar.

No todo empieza y acaba en el mundo de lo tangible. Existe el universo cósmico de lo intangible como dimensión, en el que se encuentran las cantidades más grandes y grandiosas de las realidades que son imprescindibles para la vida, sin las cuales no sería posible la existencia de ningún ser vivo. Nuestra razón y ser es una parte microscópica del cosmos, estamos hechos a imagen y semejanza y se puede afirmar, de forma categórica, rotunda y absoluta, que somos biológicamente un microcosmo con tan gran perfección que, aún, transcurrirán muchos años hasta que esta identificación se pueda contrastar. La vida es energía, la cual actúa sobre una estructura biológica que responde a una ley universal y, ciertamente, microcósmica a imagen y semejanza de la inmensidad que nos rodea. Por lo tanto, se puede afirmar científicamente que todos los seres humanos somos “iguales” en funciones y características, incluso respondemos antropológicamente de formas y comportamientos muy parecidos, apenas hay diferencia; luego usted es intrínsecamente en su razón y ser biológico y antropológico como yo y, a su vez, los dos somos como los demás. No es una opinión, es el imperio de las leyes generales y, por lo tanto, universales, al menos para el planeta Tierra. Una ley no es una opinión. 

De esta consideración se puede imputar a la mayoría de las personas la dejadez, incluso desidia por abandono, de sus obligaciones o deberes para consigo mismo en la defensa de sus intereses. El compromiso lleva a asumir lo que sea, preferentemente en perjuicio propio. 
No es lo mismo un ingreso que un gasto, el gasto se puede asumir casi sin pensar, pero el ingreso necesita de mucha gestión y aporte hasta conseguirlo, además es siempre incierto; por el contrario, el gasto cae como una losa; se impone el presupuesto en base cero y cuanto antes mejor, pues lo que pueda venir traerá grandes cambios, incluso, como una pequeña posibilidad, los jardines se tendrán que convertir en huertos. ¡Ya lo verá!

Sin más, tomar la parte por el todo suele ser un gran error. Por el contrario, considerar que la parte corresponde por correlación, en contenido integral y homogéneo, al todo es una verdad irrefutable. Aun así, no es lo mismo el resultado de una Cuenta de Explotación que cada uno de sus componentes desagregados. Los componentes como elementos simples, en su razón y ser intrínseca, son la verdad de referencia por contener la sustancia que la conforma y la diferencia. El resultado de la suma aritmética, cada término con su signo, es un número abstracto por no tener realidad propia. El resultado es un número que no debe considerarse como fiable, la referencia es la Cuenta de Explotación desagregada y bien especificada en cada uno de sus contenidos para que se pueda analizar en consonancia con la actividad que se realiza.

Con Zapatero, la deuda pública era la ruina con un importe de unos 700.000 millones. Situación insoportable y, por lo tanto, alarmante ya que llevaría a la quiebra segura. Pero ahora, con más de un billón y creciendo, todo ha mejorado mucho. Vamos creciendo; y todo irá mucho mejor en lo sucesivo. Ya no seremos intervenidos, ya estamos en la dirección de la recuperación y moderada disminución del paro, aunque quedan algunas cosas por hacer.

¿Cómo es posible que, con el aumento tan espectacular de la deuda y el paro en más de cinco millones, se insista en que todo va mejor? Cuatro reformas que suponen apenas la espuma de un vaso de cerveza se resaltan como una gran conquista en las medidas tomadas por el Gobierno de España, cuando lo que hasta ahora se ha hecho ha sido apretarle al pueblo el cinturón de los impuestos vía requisa, pero nada por arriba se ha tocado. Lo primero y principal está por hacer. 
El ajuste por reducción en gran proporción de la Administración está pendiente y es precisamente la partida principal, pues supone volver a donde estaban más de dos millones de empleos públicos y afines, además de ajustar los sueldos a la realidad y someter a los que queden a una auditoría de capacidad adecuada a la función a desarrollar, pues es tanto el dedo aplicado que no hay más remedio que poner en marcha una adecuada reestructuración del empleo público y, a la vez, reducir drásticamente la vergonzosa y costosa burocracia y número de instituciones y políticos. Lo de aquí es una pequeña parte, pero no hay que olvidar que entre España, Italia, Alemania y Francia superan los seis billones de deuda. "Sí, más de seis billones, con b, de deuda, más lo que te rondaré morena" Toda la deuda, más los intereses, hay que pagarla con impuestos futuros, los cuales serán añadidos a los actuales, que ya son descomunales. Pero no pasa nada. Siga la juerga y fiesta y más fiesta.

También es necesario y muy urgente reformar por reducción drástica la estructura territorial del Estado, pues no es necesario el Senado y tantísimos diputados en el Congreso y, por el mismo camino, las Autonomías, Diputaciones, Cabildos, Ayuntamientos, Empresas públicas de camuflaje, Fundaciones, y etcétera. Las subvenciones son camino seguro para corrupción y el escándalo, por lo que, todo lo que se quiera organizar, que lo hagan, pero no pagando con dinero público, como pueden ser las ONGs, partidos políticos, sindicatos, empresas y tantas otras actividades nocivas dedicadas al lucro propio, desarrollando actividad pero sin rendimiento positivo para la función pública.

La realidad global de lo que antes se entendía como España es frágil e inestable; además, tendiendo peligrosamente más a empeorar que a estabilizarse o a mejorar. La economía en las circunstancias actuales del ordenamiento del Estado en su conjunto seguirá con grandes desequilibrios; las finanzas siguen en una situación potencial oculta o tapada muy complicada y mucho tardarán en sanearse, si es que al final lo consiguen, aunque algún difunto más se dejarán por el difícil camino de penitencia y austeridad que les queda por recorrer; por el mismo trazado o parecido, las empresas y el tejido social en lo económico, familiar, laboral y personal padecerán inestabilidad, fuerte incertidumbre e, incluso, fuerte merma en sus aspiraciones de seguridad y bienestar social. Con respecto a la denominada demagógicamente educación universal y gratuita, ninguna esperanza positiva de mejora en la calidad, desgraciadamente siendo el dinero empleado más como gasto que como inversión. En la sanidad también universal y gratuita más de lo mismo, gasto y más gasto y ambas dominadas principalmente por ideologías de izquierda, donde tienen sus fuertes caladeros de votos y financiación con presupuesto público.

Antonio Sáez del Castillo

7 de noviembre de 2014

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