El transcurrir del tiempo cronológico

 

El hombre sabio en su grandeza sabe alentarse y resistir los golpes del destino.
Cuando se pierde la ilusión por el futuro, se para el reloj de la vida.

 

Hay cosas dichas lisa y llanamente que parece difícil que se puedan cumplir en el mañana y otras imposible. Para las difíciles hace falta un poco de tiempo cronológico y, para las imposibles, un poco más. No olvide, por lo que más quiera, que las únicas verdades científicas irrefutables son los hechos acontecidos pasados que constituyen la Historia, pues es la base imprescindible para aprender y recordar como referencia más cierta y verdad irrefutable. Hay que asumir la Historia en su verdad intrínseca única y con el conocimiento adquirido construir nuestro proyecto de vida hacia el futuro aparentemente incierto. El mañana es muy posible que sea prolongación del ayer pasando por el hoy, por lo que tenemos que ir haciendo pequeños toquecitos para ajustar lo que ya en su día tomamos de partida y controlamos en su evolución dinámica. Prescindir del ayer como referencia cierta y verdad puede ser un error fatal. El entorno perverso que nos impongan los que manipulan la Historia para someternos no será precisamente la realidad acontecida, sino la negada o inventada a su manera y propio beneficio. Usted, estimado lector, piense un poco sobre los tiempos realmente vividos durante los cien años próximos pasados y analice cómo han ido cambiando las realidades en función de los gobernantes de turno y las consecuencias que ha tenido que padecer o disfrutar. La realidad de la vida del ser humano es toda ella un auténtico calvario, en la que le han condicionado las obligaciones y ausentado los derechos. Cuanta más gobernanza, menos pueblo y más pobreza, incluso miseria.

El arte de prometer es el alimento de la ilusión.
El rebaño de confiados siempre termina en el matadero.

En el reino animal las crías son atendidas con preferencia hasta que se valen por sí solas, pero en la especie humana, de un tiempo a esta parte y en el futuro cada vez más, los vástagos cada vez cuentan menos a la hora de mantenerse la unión matrimonial, pues cada uno va por su sitio y los hijos campean entre dos trincheras. La ley del divorcio del 2005 del ínclito Zapatero y mantenida por Rajoy ha dado lugar a que muchas decenas de miles de hijos estén en situación muy complicada y hombres viviendo en la indigencia. La unión para la convivencia es imprescindible y la desunión es un desastre para todos. Las leyes naturales de la biología y antropología imponen el desarrollo de cualquier especie animal en colectividad, distinguiendo la unión familiar como parte primera y principal de la sociedad. Lo más importante para un pueblo es su libertad responsable y su libre capacidad de obrar. Una verdad de evidencia irrefutable es que todo lo acontecido en la Historia se mide de acuerdo al recipiente que la contiene, por lo que no vale cualquier opinión política interesada. Las leyes universales sobre el planeta Tierra no las mejora ninguna voluntad política que de forma transitoria ejerza un poder, por mucha fuerza que imponga. En una sociedad adormecida los cerebros son vagos y no quieren cambiar. Pero, siendo realmente así, ¿hay que darle a la mente lo que quiera para su comodidad? ¿Por qué se asume vergonzosamente que la pereza sea freno para la actividad? ¿Por qué es tan difícil cambiar para adaptarse a una realidad que evoluciona en un cambio permanente? La evolución requiere cambio y eso conlleva necesariamente adaptación. La realidad de la vida es cambio y, por lo tanto, se impone, guste o no, la capacidad de adaptación.

Las sucesivas generaciones tienen la obligación de asumir la continuidad desde lo que se les entrega como heredad de lo anterior, pero no se mejora el presente destruyendo gran parte del pasado. Se trata de asumir el pasado e intentar mejorar el futuro, pero no parece que en los momentos actuales las nuevas semillas de los pueblos adormecidos fructifiquen adecuadamente en la fertilidad del pasado. Aunque cueste creerlo, puede que sea cierto el que los colegios se pueden considerar, desde un tiempo pasado hasta ahora, como aparcamientos de críos. ¿Qué diferencia hay entre un aprisco con ovejas y un colegio para niños? Los “críos” son hijos del sistema en versión hijos del Estado. Los padres ya no son tales, son mediadores para generar rebaños. El ganado sale castrado, tanto el macho como la hembra. Cada uno por sitio distinto o, peor aún, una contra el otro. De esta descomposición social resulta que es el Estado el que asume la responsabilidad de lo que han dado en llamar la “educación” del pueblo. Lo que quieren los poderes omnímodos son sociedades sumisas para así someterlas sibilinamente. Casi en general y por Autonomías, ciertos colegios, universidades, institutos y centros de distintos niveles de “educación” y “enseñanza” son auténticas organizaciones endogámicas que inoculan el interés político que proceda limitados a su demarcación para sus propios intereses de permanencia y continuidad. No llegar a entender pronto y con realidad la vida que tiene que vivir, al final puede resultarle fatal.

¿Por qué es tan larga la esperanza
y tan corto el presente?
Cuando al pueblo se le miente,
la mentira del poder es su verdad.

Las personas que piensan y reflexionan en profundidad necesitan mirar al horizonte y hacia arriba para descubrir la luz de las estrellas que les ilumine y guíe hacia nuevas ideas. El éxito nunca es definitivo, caduca o se marchita como la hermosura y el esplendor de la rosa. El fracaso tampoco es definitivo, ante el uno o el otro lo que hace falta es saber dar respuesta adecuada para entender que hay que continuar. Un traspié o tropezón debe entenderse como un aviso de que hay que mirar y ver por dónde se camina o actúa uno en la vida. Los acontecimientos de aviso son siempre transitorios, por lo que se está siempre empezando en cada etapa del camino o recorrido hasta el final de la vida. Lo importante es continuar con las lecciones aprendidas, las cuales, oportunamente recordadas, nos ayuden a descubrir que en el siguiente acontecimiento puede surgir el éxito esperado y merecido. Que así sea.


Antonio Sáez del Castillo

15 de junio de 2018

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