El tiempo corre que es una barbaridad. El tiempo no es el tiempo que se considera con carácter genérico, el que se refiere al tiempo cronológico, también está el tiempo biológico, el que entiende el cerebro y ése es muy difícil de transformar para adaptarlo, ya sea a un tiempo cronológico, sociológico o psicológico.
Antes los padres transmitían a los hijos la docena de acontecimientos que dejaban recuerdo y el abuelo media docena de acontecimientos. Se aprendía de la historia en función de lo que narraban los antepasados y ya, trasladándonos siglos atrás, la referencia está en los proverbios, ese contenido filosófico en una frase corta a través de la que se aprendía y recordaba para luego tenerla como herramienta social en el comportamiento cotidiano. ¿Recuerda «de tal palo tal astilla», «dime con quién andas y te diré quién eres», «el que nace lechón muere cochino» y «tanto peca el que mata como el que tira de la pata»?
La fragilidad del cerebro del ser humano radica básicamente en el recuerdo, no toma en consideración la historia y en los tiempos actuales apenas se apoya en el instante que vive. La dinámica acelerada permanentemente de los acontecimientos sociales marcan una distancia inalcanzable para el cerebro humano, pues no puede retener tanto acontecimiento, porque no hay que olvidar nuestro origen animal. El hábil malévolo que sabe bien que la mentira se olvida no duda en aprovecharse de su primer impacto, pues sabe que apenas va a tener repercusión, salvo que la repita permanentemente en el tiempo y luego la convierta para él en una verdad que quiera imponer al pueblo.
La esperanza es lo que se promete porque es lo que se espera en el futuro, pero la realidad sólo está en el recuerdo y por eso hay que servirse del pasado. Cuando el pasado no se recuerda o no se tiene en cuenta, deben asumirse las penurias del presente y del futuro. En el entorno hay una enorme adversidad de forma permanente e, incluso, con unas grandes dosis de acidez, por eso hay que saber con cierta aproximación que lo que hacen los gobernantes es lo que a ellos les conviene y, generalmente, es contrario para los intereses del pueblo. El que nada tiene, nada puede entregar, salvo la esperanza. El que quiere permanecer en el poder y no está preparado para ello recibe, con cierta insistencia, respuestas que no le agradan, pues pretende que el mundo que le rodea sea a su imagen y semejanza y, cuando alguien produce respuesta en contra, entonces tiene que ser eliminado. ¿Dónde está la concordia, el diálogo y el servicio a la Patria y a los españoles? Cuando se tiene poco o nada que ofrecer para construir y se recibe respuesta contundente, entonces el receptor no lo soporta, pues, en principio, tendría que asumir su baja consideración y saber que es relegado, apartado o despreciado y eso le irrita, pues vive la sensación angustiosa de sentirse víctima de lo que entendía aciertos cuando en realidad le dicen que son errores. Los malvados conscientes, a veces, parecen cándidos por falta de experiencia, pero no hay que olvidar que por arriba lo que siempre está vigente es la lucha partidaria para conseguir instalarse y mantenerse en el tiempo y mejor si se puede anular, marginar o proscribir al contendiente que es el verdadero enemigo.
La retórica barata siempre es lo malo y lo peor y, al pasar a la demagogia exacerbada, entonces entra en curso el concepto revolucionario, cuya arma primera es el engaño a través de la mentira institucionalizada.
Para sacar la verdad del interior tienen que darse circunstancias singulares que producen desequilibrio interno y angustia por no perder lo que se tiene o recuperar lo perdido, por eso cuando se produce el desequilibrio sale de verdad la razón y ser del interior y surge, como un caudal estructurado en forma de energía cinética que como arma contundente intangible se pretende utilizar para abatir al enemigo, por eso, en estos momentos, surgen, nuevamente, no el arco con la flecha, ni la espada, ni la cerbatana con el dardo envenenado, ahora resurgen las armas en versión «asesinos», «fascistas», «antiguos franquistas», «conservadores arcaicos y obsoletos» y, cómo no, «reaccionarios» y «parásitos sociales». Lo que sigue valiendo, como elixir para la sociedad, es la «tradición progresista», eso es lo que hay que seguir aceptando como solución social maravillosa para la sociedad en momentos de penuria, de grandes dificultades y sin llegar a ver el futuro, porque nadie se lo está mostrando como solución a las grandes necesidades que van surgiendo cada día. El Ministro de Trabajo culpa de los cinco millones de parados a Aznar, todo vale para imputar al pasado antes del 2004 todos los acontecimientos negativos que están surgiendo desde el 2008. Desde el 2004 al 2007 todo era bonanza, eficacia y política certera, pero una vez que la crisis toma cuerpo ya no valían los ungüentos. Al «pavo» se la ha visto el culo.
Hicieron la transición los de antes que estaban arriba con los de después que estaban abajo o no estaban. Se construyó ficticiamente un Estado, aún a sabiendas que era un auténtico bodrio, una estructura de estado, de gobierno y social que no se podía mantener, pero se hizo, se le sometió al pueblo, en forma de Constitución, para que la refrendara. Lo hicieron unos cuantos, los de arriba, hicieron lo que les venía bien para sí en esos momentos y con la propaganda adecuada se lo mostraron al pueblo para que con su voto dijera que sí. Siempre sale en las consultas lo que propone el de arriba, pues, dado el fraude, da lo mismo que vote el 70% de la población o el 6%, vale cualquiera que sea el porcentaje. El pueblo no sabe que cuando vota se queda en pelotas, entrega todo, absolutamente todo, con el voto a gente que no conoce, a oportunistas que construyen su propia empresa o negocio con la intención de perpetuarse en él y que nunca esté en quiebra porque será financiado por el pueblo.
El concepto de vivir en un Estado de Derecho y que esto o aquello es democrático cada vez suena peor, ya no se puede seguir engañando, hay que pasar a la acción y reestructurar el Estado desde arriba y, seguidamente, en todos sus estratos, niveles o consideraciones.
Al ganar 1.000 y gastar 3.000 le han llamado Estado de Bienestar. Cuando se gasta más que se ingresa aparecen los números rojos y hasta ahora se han ido compensando con un déficit que, al finalizar el ejercicio, se pasa a deuda. España tiene una de las tres deudas más grandes y hasta ahora apenas se ha hecho nada. No es la deuda del Estado, es la deuda global del país y la capacidad que se tiene para generar la riqueza suficiente para pagar los intereses y amortizar el principal. España ha pasado a un país de braceros y cada vez hay más, porque la educación, la investigación y las tecnologías se han relegado a situaciones de penuria. El que estudia ahora se va de España, ya no le interesa su país, se va a entregar el fruto a otro lugar donde sea considerado, estimado y suficientemente retribuido. En España se ha generado riqueza y mucha, pero en los últimos años se ha destruido a gran velocidad, por eso de un tiempo acá y de ahora en adelante seguirán las grandes dificultades e, incluso, empeorando, salvo que se tome conciencia del mal tan horroroso que se le está haciendo al pueblo y que, de no paliarlo, el pueblo, en un momento determinado, empezará a reflexionar en profundidad y puede que diga: «¡Ya está bien, hasta aquí hemos llegado! ¡Ahora la calle es nuestra!».
¿Cómo es posible que se siga utilizando un Estado de Derecho y una democracia real cuando no existe división de poderes? ¿Cómo es posible que, siendo los representantes de las Autonomías parte del Estado, se manifiesten públicamente como felones contra el propio Estado y no pase nada? ¿Cómo es posible que se consienta que no se pueda escolarizar en español y no pase nada? ¿Cómo es posible que los gobiernos dispongan de presupuestos abiertos para hacer el endeudamiento que les viene en gana y no pase nada? ¿Cómo es posible que todos los que nos han llevado a esta situación no sean responsables de nada? ¿Por qué disponer del dinero del pueblo sin límites de ninguna especie no está penado? ¿Por qué se sigue entendiendo que rescatar a Portugal, a Grecia o al país que sea se hace con el dinero de los gobiernos, cuando realmente es el sistema financiero el que se vendría abajo? El pueblo, al final, es el pagano que recoge las deudas y desastres de todos los de arriba, por eso el que haya tanta diferencia entre la gobernanza y el pueblo es el mal primero y principal para que se produzcan desmanes de anarquía sin responsabilidad de ninguna especie.
España tiene que ser reestructurada desde arriba, desde lo que se llama Estado, Gobierno, las Cortes, la Justicia, la Ley Electoral, las Autonomías, las Diputaciones, los miles de empresas parásitas para aparcar paniaguados ideológicos, las asociaciones empresariales, los convenios colectivos tienen que llegar incluso a desaparecer o a ser simplemente testimoniales, los sindicatos y todos en general que se financien con sus propios recursos y que se organice un plan global de austeridad y futuro bajo la batuta de unos gobernantes profesionales lejos de ideologías políticas. Cuando la gobernanza tiene, como primero y principal, construir un Estado sobre las bases de leyes y justicia que sólo favorecen a ellos y permanecer en el poder y perjudicando drásticamente al pueblo, se augura, irremediablemente, un final fatal.