El conformismo ante los cambios es principio
y camino del final de la vida

 
 

Los grandes cambios de programado fin presentan la más grande dificultad en los comienzos. Así debe entenderse cuando se piensa un proyecto y se decide ejecutarlo. La puesta en marcha, o sea, el principio, es la gran dificultad, es cuando no sólo el final está lejos, sino que se piensa que no llegará nunca, incluso puede que no se llegue hasta el final; pero es bueno intentarlo, ya que siempre que se camina algo de espacio se conquista, siendo peor abandonar antes del comienzo, entonces sí que está perdida la empresa y seguro que el fin no tendrá realidad nunca. Durante la ejecución se puede pensar que se está más cerca del principio que del final, pero todo debe andarse, nada importante se ha hecho sin esfuerzo y tesón. Las grandes empresas han requerido siempre de cierta audacia, de ilusión y empeño sostenido en el tiempo; desfallecer supone detenerse, perder un tiempo precioso y puede que aparezca la duda, el temor y, posiblemente, la flaqueza seguida del abandono. Toda empresa tiene su realidad en el futuro. Nadie puede verlo, se suele afirmar, pero con esa flaqueza no hay que estar de acuerdo, ya que la mente del ser humano, cuando está entrenada, tiene la enorme capacidad de poder proyectarse hacia un próximo futuro y convertirlo en realidad. Las grandes mentes pensantes son capaces de elaborar un proyecto en detalle, de ponerlo en ejecución y de ver el resultado final antes que nadie. Decir que nadie puede saber lo que será el próximo futuro es una sandez, una disculpa del ignorante o una falta evidente de entendimiento y conocimiento.

Bien sabe el jardinero cuando está a punto de salir la flor 
o el agricultor la espiga de trigo. 
El hombre que con poco o nada se conforma
es mísero desde la cuna a la sepultura.

La mente humana entrenada es capaz de construir realidades con bastante anticipación. Los que sólo viven la realidad cuando la tienen delante de sus opacos ojos son inferiores a los mediocres, son gentes puede que leídas pero no instruidas ni formadas en las ideas y sus desarrollos. La realidad real entendida y aplicada sólo a lo físico y tangible más próximo es referencia de cerebros porosos. La realidad real es la de los intangibles puros, esas ideas fruto de un profundo conocimiento de mentes preparadas en el campo del conocimiento, esas personas que ven con el cerebro como ojo cósmico, en verdadera magnitud, la realidad de un intangible pero que la gran mayoría no ve y ni siquiera es capaz de comprender, aunque se explique con todo detalle. Ver la realidad que otros no ven es síntoma y evidencia de una gran diferencial en el campo del conocimiento, por eso debe entenderse que sólo unos pocos ven ya que la gran mayoría es ciega de entendimiento, miopes que conocen sólo lo que tocan o lo que les rodea como elementos de cuerpo cierto, en el concepto clásico de la lógica física.

Cuando el conocimiento no llega tan alto como el entusiasmo,
surge la diferencia entre lo realmente recibido y lo soñado.

Gentes que viven la desesperación de la duda y padecen de temblores como poseídos de los efectos de los vapores del azogue. La duda voluntaria o inconsciente mantiene al individuo en la inestabilidad, en esa incertidumbre que le lleva a la irresolución. Suele decirse que ante la duda, más vale abstenerse. Pues bien, entonces no se hace nada, ya que cualquier comienzo necesita de un desarrollo y de un seguimiento, pero no se garantiza el buen fin, por lo tanto, la duda debiera ser sólo parte de la reflexión, nada más. La duda ejercida como tal nos deja en la sospecha y puede que nos lleve al escepticismo voluntario, con lo que limita nuestros actos y, especialmente, las decisiones. Dudar como concepto incierto es aceptable, pero no si nos lleva más allá, como puede ser la sospecha, pues entonces aparece la vacilación que nos lleva al temor y este a la angustia, por lo que estaremos siempre intentando empezar, pero de ahí no saldremos. La decisión con la posibilidad de ver de antemano el posible final es imprescindible; luego vendrán las desviaciones sobre lo programado, pero eso lo iremos resolviendo sobre la marcha ya que tenemos los suficientes recursos como para dar respuestas acertadas y basadas en el conocimiento que del proyecto tenemos en su conjunto. La duda como posibilidad, bueno; pero nada más. La duda como idea o medio para llegar a la conclusión de refutación, y amparándose en ella quedar inactivo, desde luego que no. Receloso en el sentido de desconfiado como referencia de aviso ante la incertidumbre, sí. Estar avisado de que en cualquier momento algo no puede salir como estaba previsto o no se tuvo en cuenta es normal, incluso conviene para mejorar el sistema de control que siempre hay que hacer durante el seguimiento del proceso, pues el proyecto no siempre es exactamente la realidad, sino realidad posible o parecida, de aquí que el estar de imaginaria permanente durante todo el proceso sea realidad lógica para conseguir el buen fin esperado.

En el pasado más inmediato, en el presente y en el futuro mucho más, hay que entender la realidad que nos rodea como un todo, pues no es posible fragmentar sin caer en el error de considerar lo parcial como total, es decir, es el total el que contiene lo parcial. Por consiguiente, considerando la idea de lo posible y probable de forma globalizada estaremos más próximos a lo que un mercado en concreto pueda representar.

Es evidente que todo cambia porque lo cambian y lo hace a gran velocidad, además en contenido. La inteligencia llamada artificial es auténticamente real en su contenido y desarrollo hacia todos los campos y lugares de la industria y de la vida. Lo que es imparable no se puede parar, no hay que empeñarse en ponerse delante para intentarlo porque es inútil. No se le puede poner puertas al campo del progreso porque la ciencia no para de investigar, además en forma exponencial. Es imprescindible adaptarse permanentemente a los cambios, nos guste o no, pues de lo contrario nos veremos abocados a quedarnos desfasados. Son los entornos los que cambian, y con ellos nosotros sin perder un instante; es más, mejor si somos capaces de anticiparnos aunque sea un poquito. Hay que entender que no es posible vivir sin cambiar para adaptarse, pues el inmovilismo nos petrifica y con ello nos desfasamos, perdemos el ritmo del progreso y nos lleva a una descalificación o marginación que en la vida normal no tiene sentido. El que pretenda seguir viviendo en un mundo de profundos cambios con indiferencia sepa que, de forma inconsciente, se está aislando; es como autoalmidonarse el cerebro, consecuencia que degenera en el paro biológico e intelectual. Es el fin construido anticipadamente, es como inmolarse.

A la masa se la engaña
mucho más fácilmente
que a un hombre solo.
Bertrand Russell.

No hay que confundir lo que es el ser humano en sí con la sociedad que le rodea. Es cierto que, biológicamente, se tarda muchísimo en evolucionar y un poco menos en cambiar; pero el hombre socialmente cambia a gran velocidad y lo tiene que hacer para adaptarse, ya que, si no lo hace así, muere. Cuando se somete a una sociedad, una gran parte de ella se muda al letargo de máxima profundidad; pero si, por la razón que sea, se le cambian las condiciones de su entorno, entonces cambia ella también a gran velocidad. Es cierto, por supuesto, que la velocidad del cambio es muy diferente de cuando se desciende a cuando se asciende, me estoy refiriendo a las condiciones que como posibilidades se le ofrecen. La ilusión utilizada como posibilidad de obtener un éxito es un instrumento que funciona como acicate e inicio de un nuevo camino de progreso, de nuevas conquistas, de nuevas posibilidades, de retorno de sueños dormidos, de una nueva luz ya que la anterior la perdió, y de una posibilidad de proyección como persona, eso tan grande a lo que aspiramos los seres humanos.

Cuando en una nueva primavera vuelve a nacer la esperanza de la libertad, es entonces cuando nace la luz de la ilusión y la posibilidad de un nuevo porvenir. Una sociedad necesita de constantes ajustes, de cambios y modificaciones en la medida en que cada momento los permita para intentar superarse y, así, mejorar. Es normal que la convivencia se haga bajo unas reglas que comprometan a todos, así se está vinculado, pues es el compromiso el que vincula. En la colectividad responsable con igualdad de derechos y obligaciones se desarrolla mucho mejor el ser humano, ya que cada uno, de forma consciente, se pone su meta y traza el camino que le parece más adecuado para conseguir lo que entienda debe conquistar. El triunfo individual se extiende como una mancha de aceite para beneficio de la sociedad en su conjunto. Es otra versión más positiva y real del reparto equitativo de la riqueza para obtener una mejora social. La libertad de pensar y actuar para conseguir riqueza en propiedad, respetada con seguridad jurídica, es maquinaria difícil de parar. Primero generar riqueza y, luego, ver la mejor forma de reparto equitativo en función de obligaciones y derechos. Las ideas políticas que siguen empecinadas de forma perniciosa en generar miseria y repartirla en abundancia deberían ser retiradas de la circulación de la autopista del progreso social real en equidad.

Los políticos son gente que muda de palabra
más fácilmente que de vestimenta. 
La demagogia es tela que da mucho de sí. 
A los embaucadores da gusto oírles,
hablan como trinan los ruiseñores.

Cuando se tratan temas sociales de forma genérica, no se debe olvidar que la gran mayoría que la compone es la denominada clase media y de bajo nivel social. Una elite se destaca bien por el poder político o económico, o bien por estar cerca de él/ellos, otros por su condición profesional, cultural, etc. y el resto de la colectividad es la masa. Cuando no se genera riqueza por estar sometidos la pobreza se vive en silencio, se siente y se sufre como si fuera una carga impuesta y no merecida, de tal manera que el que la padece no acierta a comprender que en parte o en todo es impuesta e incluso desde la cuna, por eso forma parte natural de su cultura, e incluso puede llegar a convencerse de que es biológica, de sangre, heredada como patrimonio y que no tiene solución; las necesidades, las dificultades y la falta de futuro es patrimonio de ese gran público que no ve salida cuando está sometido; ahora bien, si a esta inmensa mayoría silenciosa se le hace saber que la carga que le aplasta está en la marginación y en el acotamiento ceñido de sus aspiraciones privándoles de la libertad y capacidad de obrar y se le da la posibilidad de mirar y caminar hacia un nuevo futuro, lleno de esperanza para poder realizar su mundo soñado, entonces es cuando todo su potencial se pone en movimiento y rompe con el empuje arrollador de como lo haría el agua al reventar la presa del pantano que ha tenido contenida toda la energía potencial, convirtiéndose en cinética.

Ante determinadas situaciones que claman justicia,
el pueblo permanece mudo como el silencio.
Cuando los poderosos deciden poner voz a una partitura,
todo el pueblo canta a coro el estribillo.


La energía contenida de una sociedad puesta en movimiento se lleva por delante todo lo que encuentra a su paso, pues nada hay que la detenga, es como una gran riada consecuencia de la inundación de libertad y posibilidad de conquistar riquezas. Cuando el gran público ve aunque sea un pequeño resquicio de esperanza, entonces, y sólo entonces, es cuando empieza a pensar en la posibilidad de realizarse y este sentimiento es el que le puede mover hacia la insatisfacción, que puede terminar en rebeldía. La gente se mueve cuando empieza a sentir flojas sus ataduras, cuando cede la presión que le oprime, cuando ve y siente que el cinturón que le apretaba empieza a tener más ojales, cuando mira en su entorno y ve una mano amiga o simplemente que puede desplazarse con libertad y sin miedo a perderla. La opresión del sometimiento tiene que ser permanente para que el ser humano sienta miedo y se acobarde y no se mueva o no se salga de los cauces que le han marcado de forma indeleble. Cuando el que pasa necesidades vitales ve, aunque sea, un pequeño rayo de luz, no duda en utilizarlo como guía para caminar y oponerse al que le oprime. La esperanza da cierta posibilidad, pues a peor difícilmente irá.

Si puede conseguir algo, aunque sea poco, no dudará en tomarlo. Donde no hay esperanza en un futuro mejor, está enterrada la ilusión. Sin ilusión la vida no tiene sabor, nada te alimenta y todo te sobra, incluso se agacha la cerviz como esperando la puntilla. Se produce la quietud cuando los motores están apagados. Pero la vida surge y ruge cuando llega la tan ansiada libertad para pensar y obrar ante la posibilidad de poder conseguir riquezas y disfrutarlas.

Si los pueblos no supieran lo que es la fe
en la política y en la gobernanza,
otro gallo les cantaría
 para bien y salud de su bolsillo. 

La Historia así lo ha escrito como realidad irrefutable durante siglos: el ser sometido vive humildemente en su silencio y no tiene voz, es una especie de mudez que la practica desde su nacimiento. Si esta gente es pobre, indefensa y muda, alguien tendrá que hablar por ellos, ¿o no? Esa mayoría en forma de masa amorfa puede que esté esperando ser redimida del que tiene el látigo en la mano y con el sometimiento produce su estado de ansiedad contenida. Siendo así, que puede que lo sea, ¿quién se erigirá en representante e interlocutor? Una forma sibilina cada vez más cruel para el sometimiento y la merma de sus recursos básicos es el aumento de los impuestos hasta la categoría de requisa. Es una crueldad impositiva llegar a vivir sabiendo y concluyendo que, después de trabajar, no te queda nada.

La Tierra está habitada por millones de seres humanos pertenecientes a distintas culturas y condiciones de vida. Cada gran porción de territorio está regida por su sistema, generalmente impuesto y administrado por etnias de poder significativo, lo suficiente como para que la convivencia en esa sociedad se rija por sus imposiciones. Cada estilo de sociedad es el reflejo del poder que sobre ella se ejerce, de tal manera que el individuo que en ella se desarrolla se ve condicionado a su entorno. La evolución de las últimas décadas es muy grande en muchas cosas, entre ellas la libertad, la economía, el desarrollo social, las comunicaciones, la cultura, el conocimiento, las tecnologías, los sistemas de comunicación y de trasportes, y, sobre todo, la posibilidad de llegar a cualquier lugar de la Tierra. Esta pandemia dada en llamar mundialización o globalización se extiende por todos los lugares del planeta Tierra, salvo en los lugares en los que aún quedan presas o muros de contención para contener la contaminación o el contagio del progreso.

Las ideas de vanguardia que maneja el pionero de la locura
son los cimientos y pilares con los que, después, construyen
los cuerdos de la retaguardia sus castillos amurallados.
Los frutos que consigue el investigador vanguardista poniendo en marcha todo un proyecto estructurado de ingenio, creatividad, imaginación, conocimiento previo, miles de horas dedicadas a pensar y a estrujarse el cerebro, medios materiales y económicos, tesón sostenido y el no darse por vencido es lo que el cómodo repanchingado ortodoxo y fétido conservador llama locura. Al árbol, loco; al fruto, locura. Para mí, la locura es el fruto de la energía que me da la vida y la mantiene a plenitud de luz, brillo y esplendor.
¡¡Qué maravilla más maravillosa es la locura por el saber, la ciencia y hacer el bien!!
El cómodo no conoce la felicidad, vive en el engaño de esperarla eternamente.
A la felicidad, como a la fortuna, hay que conquistarla; es la recompensa de las batallas ganadas en la vida.

Cada año que pasa el planeta es más pequeño, los medios disponibles lo reducen y tenemos todo más a mano, más cerca y próximo, tan cerca que un mes de hace un siglo ahora es una hora. Cada vez es más difícil separar, pues la realidad va juntando a los hombres, sus conocimientos y sus formas de vida. Los pueblos ya están más cerca ahora que antes, tanto que el barrio es ahora la ciudad y las naciones son las ciudades de antes. Ni siquiera hay distancia notoria entre los continentes. En la adversidad se templa el alma del luchador. No lo dude, a base de vencer adversidades se puede llegar a conseguir el triunfo. La armonía y el equilibrio en nuestro mundo interior, así como la consonancia entre la idea y la palabra son fundamentales para comunicar nuestro conocimiento. Las turbulencias de la vida se agitan con la discordia de la pasión. La grandeza de la moral se templa con la verdad y la libertad. En el ejercicio de la profesión hay que ser, ante todo, claro y, por eso, incapaz de pensar una cosa y decir otra. El acento que se pone en decir la verdad desprende el calor de la emoción y la comprensión de mis semejantes.

Son muy peligrosos los demasiado tenaces en conservar lo antiguo. Desde el conocimiento de la realidad, da pena verles cómo deambulan por el mar de la duda sin atreverse a caminar por tierra firme. Mientras unos caminamos hacia nuevos conocimientos y vemos horizontes de un mañana más esperanzador, otros se van quedando atrás, en el punto de salida, a las puertas de la gruta de la decadencia que no se atreven a dejar porque temen al vacío. La renovación lleva a la sustitución y nos sitúa en el progreso. Con frecuencia, hay que sufrir el desconsuelo que pueda producir el corte de alguna rama seca para que siga vivo el venerable tronco del árbol de nuestro conocimiento. Toda poda es saludable, incluso necesaria; pero si cortamos el tronco o lo arrancamos por la raíz, lo hemos perdido todo.

Todo lo que es el hombre está en toda su obra.
La envidia, la vanidad y el rencor lo ocupan todo,
ningún lugar dejan para la alegría.

Una larga experiencia de trabajo exigente me ha enseñado que, tal vez, el gran secreto del éxito personal muy bien pudiera estar en este sereno y constante proceder. Una de las conquistan añadidas, que se obtienen como precioso regalo, es el llegar a conocerte en tu interior más íntimo. Durante el curso de tu vida puedes disfrutar de la belleza de ciertos momentos, aunque sólo sea cuando piensas en tu interior y empiezan a surgir, como en un manantial lo hace el agua pura y trasparente, esas palabras que llevan en sí todo el esplendor de la belleza por su composición y su armonía. Componer momentos de placer es facultativo de una mente inspirada en su riqueza interior. La expresión sólo para tu hogar interior es la culminación del ser. Cuando el destinatario eres tú, cuando sólo contigo compartes las ideas, es momento de placer supremo, es... la esencia de la realidad interior compartida con tu hermanamiento más íntimo, es... ayuntamiento total. Cuando no sale al exterior la comunicación no se contamina, es pureza y blancura, es hondura y profundidad, es... el recogimiento que hace compacto todo tu ser por reflexión profunda.

Vivir paseando por tan frondoso jardín y disfrutar del perfume de la rosa que no se marchita, es belleza y placer como si de una sinfonía de paisaje se tratara, en la que paseando puedes tomar la flor que más destaca por su hermosura, pero sabiendo que arrancándola allí se queda, pues la realidad creada por ti es un intangible etéreo donde lo material no existe, sólo el mundo ideal que huele al perfume por ti creado es el que cobra realidad. El mundo ideal, como la flor de tela almidonada, nunca se marchita, con lo que puedes constantemente sentir y disfrutar la embriaguez de su exquisito perfume.

Siempre conviene recrearse dentro de sí. Siempre es mejor buscar la expresión interior con las palabras en gestación y la armonía en su composición, con el fin de conquistar la serenidad, la paz y la tranquilidad. Vivir intensamente un mundo interior reposado, es placer de elegidos. Así, considero que es maravilloso poder comunicarte con el mundo exterior a través de tu gozosa mirada. 

La realidad no siempre termina imponiéndose a la ficción.
No se puede prometer conseguir sin esfuerzo
lo que, normalmente, cuesta mucho esfuerzo conseguir.
El conformismo es principio y camino del final de la vida.

No solamente me gustaría que estuviera leyendo lo que le trasmito, sino que fuera capaz de verlo y oírlo como si de la misma realidad se tratara, pues así estaría más cerca de esa realidad que necesita vivir, para comprenderla en su verdadera magnitud. Se da cuenta de que lo que le pido es que pase de espectador a actor, y que viva toda la realidad que constituye la puesta en escena de una obra que tiene que conocer y de la que no es autor ni lo conoce. Meterse dentro de ese gran mundo de intangibles para intentar conocerlo y entenderlo es asunto exclusivamente suyo. Yo le plasmo en este texto y de forma inmóvil la realidad dinámica de parte de la vida, pero ahora, una vez que lo ha leído y entendido, es usted el que tiene que resucitarlo dándole vida, la misma que tenía cuando yo lo congelé para trasmitírselo y que no se alterara. La serenidad del hacer consciente, el sosiego de espíritu y el saber elegir el lugar apacible puede ser todo ello manantial reposado de origen fecundo, y el murmullo suave y agradable de un pequeño arroyo la sinfonía que ambienta y da clima propicio de inspiración. Así se recrea el espíritu y la fluidez de las ideas se acelera con inspiración generosa a través del soplo que van desprendiendo las palabras, como pavesas que circulan a su libre albedrío en el regazo del aire.

El otoño está bien, pero la primavera me parece más hermosa,
es siempre como el comienzo de una nueva vida.
Prefiero la luz y el esplendor de la primavera, ya que me parece que vuelvo a una nueva y mejor vida llena de colores y olores que me son agradables.
La vida hay que vivirla con la convicción firme y segura
de que, en el mañana, volverás a vivirla.
Y así hasta el final de la eternidad de tu existencia.
La vida, en sí, es insegura.
Nunca sabes hasta dónde la vas a disfrutar,
pero… lo que dure, que sea referencia de lo mejor.
Cuando reflexione, no olvide nunca que, tal vez,
valga más el razonamiento que la tentación.


Antonio Sáez del Castillo

17 de agosto de 2018

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