¿Cuántos que antes vivan medianamente bien,
por querer vivir mejor ahora están en la ruina?
Los mismos que dieron paso al desastre económico, financiero, político y social son los que aún siguen en los mismos o parecidos sitios, con retribuciones escandalosas y privilegios vergonzosos; además, se las han arreglado para que no se les pidan responsabilidades y todo quede como que aquí no ha pasado nada. Permitieron y promocionaron de forma consciente, incluso aplaudían y se jactaban de su idea convertida en proyecto perverso, la escandalosa deuda ocultándola en versión desarrollo y progreso social hasta conquistar y disfrutar del maravilloso Estado del Bienestar (Consejo Europeo de Lisboa 23-24 marzo 2000).
La deuda en 1975 era de unos 15 mil millones (en euros) y en la actualidad supera el billón de euros y creciendo, pero antes había casi pleno empleo y los impuestos eran ridículos comparados con los de hoy, en cuantía de requisa y también creciendo. Lo que han dado en llamar desarrollo y bienestar social ha sido un camelo, una auténtica falacia ya que no se ha generado riqueza al haber fiado todo el desenrollo al endeudamiento y al IPC, luego vivir por encima de las posibilidades reales ha resultado y es pan blando para hoy y duro para mañana.
Los compromisos de pago por gasto corriente han aumentado espectacularmente, así como el paro estructural hasta casi seis millones aunque ahora esté afortunadamente disminuyendo, pero es posible que continúe en cifras tan altas que llegue a ser insoportable. La carga de las pensiones, los gastos de los intereses, el despilfarro de cientos de miles de millones y la vergonzosa mastodóntica e incompetente administración, así como el gasto desmesurado en lo que siguen dando en llamar educación y enseñanza universal y gratuita, al igual que la sanidad y las millonarias subvenciones con valor residual cero, llevarán durante décadas a los españoles con empleo privado y que cotizan a una situación muy difícil de llevar, pues al peso de toda la requisa hay que añadir la prorrata del principal de la deuda del Estado, sobre el empleo privado de unos quince millones, que supone unos 70.000 euros más en versión de impuestos futuros añadidos a los que hay y seguirán al alza, con lo que no parece que sea fácil salir del estado o situación actual, al menos en más de una década.
El total de gasto de los empleados públicos en general, incluidos todos los que no son empleos privados, se paga con impuestos llámense como se llamen. Se paga la propaganda de las elecciones, a los de las mesas, por cada voto, por cada escaño, por grupo, por comisión, por financiación a partidos políticos, a sindicatos, a las diputaciones, etcétera, etcétera, etcétera. ¿Tiene sentido que un alcalde gane más que el presidente del Gobierno? ¿Cuánto cobraban antes los alcaldes y concejales y cuánto cobran ahora? Las cuentas y las diferencias son parecidas a las del Gran Capitán.
El coste de la Administración en su conjunto, comparado con lo que suponía antes, es para echarse las manos a la cabeza y descubrir que se ha quedado calvo de repente.
Desgraciadamente, la deuda del Estado y la exterior, en su conjunto, seguirán aumentando y la riqueza nacional se estabilizará en términos reales en torno a la actual o ligeramente por encima, pero gracias al aumento del IPC. Sería ya un éxito importante el mantener el poder adquisitivo de hoy, pero no parece que sea posible ya que los gobiernos basan el concepto «desarrollo», en vez de desenrollo, en la valoración corriente y sin deflactar, pues al menos antes se devaluaba la peseta y con el euro la devaluación hay que hacerla bajando los salarios y reduciendo drásticamente el gasto público superfluo en general, ¡pero a todos, no a unos sí y a otros no! La deuda es gasto en forma de actividad con valor residual cero, siendo lo contrario al rendimiento, con producto final lo llamado riqueza. Actividad no es equivalente a rendimiento, se puede realizar mucha actividad pero nulo rendimiento.