La vida pasa y nosotros también.

 


La libertad es incompatible con la igualdad.
El inútil todo lo espera, pero solo el atrevido lo consigue.

 

La pasividad o indiferencia en la persona y en la sociedad en su conjunto, puede llevar de forma progresiva hacia la mediocridad y seguidamente a niveles inferiores de vida. Tratar frívolamente esto es hipotecar el futro. Es camino para que consigan la igualdad por abajo los que llevan décadas intentándolo y ya en estas últimas lo están consiguiendo. Si dejas obrar a otros en contra tuya la victoria es de ellos y tuya la derrota. Vencedores ellos y tú vencido y sometido sin condiciones. Ser indiferente ante el acoso consciente de un enemigo activo que quiere vencerte para anularte y someterte puede que sea alta traición. ¿Cómo se puede entender que si unos te persiguen sin tregua ni descanso como si fueran tras de un animal para atraparte y encima los disculpes, digas que son unos pocos desaprensivos y sin malicia, que además te empujan y arriman hasta el paredón y encima los disculpes? El fin del que te persigue es someterte y anularte. No hay que olvidar que la voluntad es la facultad para decidir y ordenar de forma consciente la conducta de cada uno en particular y sostenida sin desmayo en el tiempo. Ser constante y no desmayar se traduce en una conducta firme para conseguir los objetivos previstos y programados. Como el agricultor, sembrar sobre una tierra fértil y saber esperar hasta el final. Así también es necesario leer para entender, entender para comprender, comprender para reflexionar y concluir, con lo que ya puedo comparar y seguidamente archivar para luego poder recordar y así, de esta manera, saber para responder o actuar. Recuerde: acorralado, pero nunca jamás sometido y actuar es resolver y conquistar.

Con el transcurrir del tiempo las cosas y los acontecimientos se difuminan, incluso se ven como si fueran desapareciendo poco a poco y lentamente, además la capacidad de observación y de memoria tienden a disminuir, tal vez más de lo que uno pudiera llegar a temer que en su día fuera a suceder como realidad. Se afana uno en recordar lo más posible del pasado vivido para luego, otra vez repito, con el transcurrir del implacable paso del tiempo las cosas y los saberes se van alejando, tal vez habrá que imaginarse que su viaje es hacia la historia en donde posiblemente se guarde o quede retenido, al menos por un tiempo aunque pequeño.

La realidad de la vida se va palpando con el devenir del tiempo y de las cosas que realizamos. Actuamos como si no se fuera a producirse ese final esperado, pero que deseamos sea lo más alejado posible. Ver y sentir cómo transcurre el tiempo y nosotros a galope tendido como jinetes sobre él nos lleva a perder la percepción de la realidad. Siendo así, que lo es, ¿para qué tanto correr si la realidad vendrá cuando realmente tenga que llegar?


Ya el trascurrir del tiempo no es lo mismo, La vida nos parece que es larga en el recorrido, pero el tiempo corre veloz y se la lleva sin contemplaciones. La vida termina por ser, tal vez, como un corto relato que otro a nuestro lado nos va describiendo. Esa mirada ciega de la infancia se ha ido aclarando hasta ser limpia y nítida, pero también se va apagando incluso cayéndosenos hasta reptar torpemente sobre el horizonte caído. Ya se va perdiendo y sin querer las enormes ganas que teníamos de defender la verdad, pero ya la verdad deja de tener importancia porque a nadie le interesa, ya nadie quiere saber eso que para uno ha sido tan importante en su vida, hasta el punto que puede que la propia vida de uno. Perder las ganas de defender la verdad es síntoma de decadencia de la voluntad por competir en el afán de abrirle los ojos a tus semejantes.

La verdad es parte importante de la realidad de uno mismo, es parte intrínseca de nuestro ser en lo que se refiere o pertenece a la idea de persona íntegra.

Siempre que vivas conforme contigo, nunca sabrás lo que es la soledad.

Ya no me acaloro, ya actúo de forma mucho más reposada. La calma me preside y me da reposo y sosiego, cosa que me va bien para mantener un buen nivel de salud en general. Mi voluntad sigue viva, pero más templada que en mis buenos tiempos, aquellos en los que realizaba mil cosas, incluso la Tierra me parecía que giraba gracias al impulso que yo diariamente le daba. Antes se tenía opinión, teníamos opinión y era un importante valor, pero ahora la gente opina según lo que afines o perversos interesados le han inoculado o casi seguro a través de los media con opinión previamente elaborada de forma consciente para dominarles y someterles. La sociedad de ahora no es la misma, porque no es mejor que la de la clase media que se formó en España a partir de los sesenta. Antes era la excelencia, realización de los proyectos que llovían por todas las partes, voluntades sostenidas y también esfuerzos sin regateos en el tiempo; entrega y armonía a raudales en una sociedad cohesionada. Antes corrían los niños por doquier, la alegría se repartía gratuitamente y generosamente se disfrutaba, pero ya no hay casi niños, ya no se sujeta la sociedad para una continuidad, todo está en decadencia y sólo aumenta de forma exagerada la impostura, la envidia, la maldad, la desidia, la indiferencia y tantas cosas y comportamientos que hacen palidecer. No respondas con razonamientos, actúa aplicando tus conclusiones.

Cuando alguien proclama justicia distinta de la que le permite ejercer la proclama, es que está dispuesto a implantar la dictadura.
A las aves en vuelo las sostiene el aire, a los hombres las ilusiones y los hechos.
A los hombres el miedo les somete y la codicia les arruina.
La acción ejemplarizante es el mejor discurso de un hombre cabal.

Antes se respetaba a los ancianos y eran una reserva ejemplar a la que había que agradecer todo el esfuerzo realizado para dejarnos un presente y mañana mejor, pero ahora también estorban y de manera subliminar hay que quitárselos como sea, pues ya no sirven para nada, ya no son productivos incluso son un gasto innecesario y ni siquiera referencia como ejemplo provechoso en el recuerdo del ayer, pues hay que borrar toda su historia ejemplar para que no se pueda comparar con la actualidad en la maldad consciente que están imponiendo para que cundan los ejemplos de descomposición y surja a plenitud la realidad vergonzosa de la mentira consciente y perversa que con tanta alevosía y rapidez están imponiendo desde las ideologías de la izquierda radical, y peor aún desde las altas instancias del Gobierno. Los que tienen que velar por la Constitución, las Leyes y la Justicia son los leñadores que tienen como misión principal la tala de lo que soporta toda la estructura del Estado en su conjunto. De aquí que renunciar a la ejemplaridad integral de antes, que era en la mayoría distintivo de persona y personalidad para ser y representar con dignidad y generosidad en la convivencia social, será fatal, por lo que el camino iniciado, en estas últimas décadas, es hacia la decadencia intelectual y anulación de principios y valores de las personas para convertirlas en entes individuales amorfos que, como animales irracionales, terminarán pastando en la hierba del prado.


Antonio Sáez del Castillo

Septiembre de 2020

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