Reflexión: ¿Será verdad que todo Es un sueño? (I)

 

Cuanto más navego
por el Océano del conocimiento,
más grande se me hace
el horizonte del pensamiento

 

Ya Aristóteles hacía referencia, y con gran precisión, a la más grande de las miserias a que estaban expuestos los seres humanos, se refería a la injusticia más que a una desgracia. La injusticia es repetitiva y, por lo tanto, acosa y angustia hasta el punto de poder llegar a buscarle la ruina a la persona. La justicia es el resultado de los hombres reunidos en mayoría o en ejercicio pleno de un poder adquirido por cualquiera de los procedimientos que la Historia ha ido ya ratificando. ¿Cómo es posible que los hombres hayan puesto encima de las leyes naturales, que han regido durante miles de siglos a los seres humanos, su voluntad unilateral basada en el poder que se han conferido a sí mismos? Las leyes naturales son justicia primera y principal y eso es justo y necesario, además establecidas en equidad. ¿Por qué para que algo sea justo o injusto sólo es suficiente la voluntad de unos pocos impuesta, a continuación, a los muchos? ¿Por qué la justicia del hombre sirve primero y principalmente a los intereses de la gobernanza que, a su vez, determina las leyes en su propio favor e interés? La calamidad del pueblo culmina al entender que en forma de sociedad hay que elegir a unos gobernantes, a los cuales se les delega, sin límite de ninguna especie, una autoridad para hacer leyes y, luego, estas leyes utilizarlas para obligar a acatarlas a los pueblos. El concepto que desarrolla el poder en representación o no de una mayoría da lugar a considerar que estas leyes, denominadas positivas, puede que no estén cerca de la razón y ser en el concepto primero y principal de una realidad de justicia, más bien como justicia se utiliza peyorativamente la legalidad, pero ésta, a su vez, es fruto de una imposición incluso a veces coercitiva de la gobernanza correspondiente.

El conocimiento de cada persona en particular y como agregado en la razón y ser de la sociedad es un gran capital. El conocimiento reflexivo lleva a la imaginación y ésta a la creatividad, al sumarle la acción, a través de la aplicación, surge el éxito. ¿Por qué no se desarrollan las leyes y los actos todos de la gobernanza en promocionar los valores, principios, méritos, imaginación y creatividad, así como plena responsabilidad a cada uno de los individuos de la sociedad y a la sociedad misma? ¿Por qué tanto Estado y tan poco pueblo? ¿Por qué no más pueblo instruido y menos Estado?

El mundo exterior en el que el ser humano se tiene que desarrollar es siempre, a priori, convulso y presidido por la incertidumbre que agobia al ser humano. La agitación social y la incertidumbre son ingredientes que para el ser humano no le es fácil digerir, no son alimentos que cada vez le hagan más grande en su conocimiento, sino más pequeño e, incluso, hasta miserable y próximo a la ruina si el entorno de la gobernanza es acosador, limitador en sus capacidades de obrar y confiscador en el fruto que genera. El conocimiento objetivo de cada uno de los individuos de la sociedad se ve que cada vez es más necesario y ése es el camino a seguir hasta conquistar el lugar que se necesita para una mejor sociedad. Hay que aprender a reflexionar y concluir para uno mismo y para beneficio de los semejantes. La sociedad es la convivencia en armonía y en equidad de los individuos y la gobernanza sólo debería ser representada por primus inter pares y ¡nada más!

En España, los ajustes fiscales y estructurales globales que hay que seguir realizando necesitan de un estudio profundo y en extensión. Meterle la mano en el bolsillo al contribuyente necesita de cierta habilidad y limitación. Pasarse es esquilmar y ése es el camino para la ruina de todos, luego la vuelta atrás requiere fuerte reparación y  en mucho tiempo. Ante la gravedad real, al menos no agravarla. Dice el sabio marinero que cuando no sopla el viento, no hay más remedio que remar y hacerlo con la intensidad y duración que en cada caso corresponda. Cuando el entorno es adverso no hay más remedio que hacerle frente. Cada marinero tiene que aportar lo que le corresponda según la escala de la marinería.

Ante una crisis como la actual el ajuste debe hacerse sobre todo y sin excepción, principalmente incidiendo enérgicamente sobre todo aquello que no sea productivo y lo pernicioso. Todo lo que tenga valor residual cero se elimina o reduce al máximo, especialmente el paro encubierto en las administraciones públicas; no basta con eliminar puestos improductivos, también reduciendo retribuciones por tener el puesto asegurado, empezando por las retribuciones escandalosas de los de arriba. Aún mucho más, reestructurar toda la organización de escalas y estructuras.

En los tiempos actuales de alta mecanización administrativa y de comunicaciones no tiene sentido una Administración con más del 2% de la población, lo que para España, con 45 millones, unos 900 mil. Congelar plantillas y reducirlas lleva a que también en las administraciones haya un porcentaje, de al menos el 20%, a media jornada. Cuando no hay para todos, con carácter transitorio, puede que sea buen remedio, al menos, repartir. El puesto de trabajo no tiene sentido que sea de por vida, por eso el conseguido por oposición, concurso o como quiera que sea hay que revisarlo y actualizarlo, según la función a desempeñar, en función de las circunstancias que la realidad exija. En Alemania puede que más de tres millones estén a tiempo parcial. Si así fuera, el paro en España se reduciría al igual que su coste, además invitaría a que se promocionara la búsqueda de un trabajo.

Las dificultades actuales son a escala mundial, una especie de pandemia que se llevará por delante a muchísimas instituciones hasta ahora públicas, organizaciones, mercantiles y, en general, actividades y formas de vida que antes pudiera pensarse que serían para toda la vida. El ser vivo, cualquiera que éste sea, nace, se desarrolla y muere. Cada uno en particular tiene su ciclo de vida finita, por eso no hay que confundirlo con el concepto sociedad. La realidad son los ententes vivos que la componen y la sociedad es un intangible. El ente vivo es finito y la sociedad no.

En la fase de euforia se gasta mucho más de lo que se ingresa, además una gran parte de este gasto tiene la consideración de inútil o innecesario, por eso el concepto gasto es pernicioso, no solo por tener valor residual cero sino porque se genera deuda que hay que pagar en su totalidad, además con el nuevo gasto corriente al que hay que hacer frente y que corresponde a intereses. 

No sólo es el gasto como despilfarro, la deuda queda aumentada en los intereses que no se disfrutan y, a su vez, merman el poder adquisitivo siguiente, aumentando las dificultades para hacer frente a esta auto-estafa piramidal a la que da lugar el mal llamado desarrollo, progreso y bienestar social.

La realidad del desarrollo vegetativo es lenta, se requiere mucho esfuerzo en forma de trabajo para mantenernos como seres vivos conviviendo en sociedad, lo que ya en sí supone que una parte de lo que se ingresa se transforma, de forma automática y permanente, en valor residual cero. Es decir, de lo que queda como ingreso llamado neto, la primera parte y principal se quema en forma de energía para seguir viviendo, el resto es para lo demás. Todo ese resto es consumo en forma de gasto financiado, en una pequeña parte, con el resto de recursos propios, pero el complemento, que suele ser la partida más grande y cuantiosa, con préstamos, o sea, con deuda contraída más los intereses, que luego se piensa pagar con ingresos inciertos.

La deuda para financiar una forma de vida por encima de las posibilidades posiblemente ciertas se contrae sin la contrapartida previa de un proyecto realista, en el que la premisa primera y principal debiera ser la más desfavorable. Pero no, el hoy es lo primero y único que se considera y de forma inconsciente, el ayer como tiempo pasado y experiencia vivida no existe, a pesar de ser realidad científica irrefutable y, por lo tanto, la base sólida sobre la que hay que soportar el proyecto de hoy con proyección hacia el futuro incierto. Siendo el mañana realmente incierto, ¿cómo es posible que el ser humano, casi con carácter general, no sea capaz de estudiar y aprender del ayer?

Hacer un proyecto en el presente con la verdad del pasado puede que sea muy aproximado a la realidad que con el tiempo se vaya presentando. Lo normal es que los acontecimientos pasados se repitan en un porcentaje alto con cierta aproximación, iguales no, pero bastaría con irlos ajustando a medida que los acontecimientos se vieran venir. Las cosas no aparecen normalmente de la noche a la mañana, todo se gesta como causa antes de aparecer como efecto, luego se trata de aprender del pasado e irlo contrastando con el presente, y de la conclusión ir deduciendo aproximadamente el mañana. 

La incertidumbre siempre presente en futuro se puede reducir en función del conocimiento que se tenga del ayer y de cómo se organice en el presente para proyectarlo como aproximado en el mañana. Para la mayoría, la incertidumbre del mañana es certeza como realidad en su plena adversidad. Cuando la adversidad se presenta les sorprende, no tienen respuesta archivada como solución anticipada. Siendo la realidad que tenemos que vivir los seres humanos normalmente convulsa, ¿cómo es posible que la educación desde la base no sea integral y ajustada al conocimiento, que como respuesta tenemos que tener preparada para, al menos, reducir los efectos de la incertidumbre, la cual siempre es cierta como verdad científica, ya sea en causa o efecto? El conocimiento, la previsión, la cordura y la mesura así como asumir la responsabilidad de sus actos no son compañía en el viaje de la vida. Los desmanes, despilfarro e incapacidad para obrar con anticipación son grandes pesadillas patológicas que difícilmente podrá solucionar y que, desgraciadamente, le suelen llevar a una encrucijada con un final fatal.

El lamento no es bálsamo reparador. La disculpa aún agrava más el comportamiento inconsciente y desviado que le ha llevado al error cometido. No hacer reflexión profunda sobre los desmanes cometidos supone un incentivo más para volverlos a cometer.

Es necesaria una mirada al mundo. El germen de una posición de fuerza hegemónica financiera, económica, política y agnóstica va tras de un poder universal. La revolución ya tiene su origen hace más de doscientos años y sus campañas organizadas van poco a poco recorriendo la tierra. Dominar es sinónimo de poder y cualquier camino y procedimiento que lleve a conseguir el fin propuesto será válido, por los provechosos frutos alcanzados. Ese nuevo orden mundial es en sí mismo la revolución de un poder que tiene dimensión final en el Gobierno único del mundo. Para lo poco se necesitan pocos medios y poco tiempo, pero para lo universal son necesarios muchos medios bien organizados y mucho tiempo. El desarrollo de un gigantesco proyecto contiene intrínsecamente el factor tiempo, un intangible al que se tiene que ajustar ceñidamente todo el desarrollo de esa gran conquista.

El ser humano común tiene como referencia lo cercano, lo próximo, lo que está a su alcance de la vista, pero poco más, aún recuerda mucho menos aquello que entre una  realidad y otra el tiempo que media es muy amplio. 

El ser humano tarda mucho tiempo en ser consciente de lo poco que le rodea y de lo corto que es en su apreciación, por lo que no es capaz de relacionar acontecimientos lejanos que con el transcurrir del tiempo se van repitiendo en distintas formas, aparentemente distintas, pero que son cada una de ellas eslabones de una larga cadena. Desgraciadamente, el ser humano no vive la cadena de su vida incierta y convulsa como una continuidad, apenas recuerda eslabones aislados y no llega a comprender que, si los une, puede tener a su alcance una serie de sucesos o acontecimientos adecuadamente engarzados. 

La continuidad no la marca como lo hacía Garbancito, que luego le permitía retornar. Para el ser humano lo pasado, pasado queda y mejor que no vuelva a existir, por eso siempre está en el mismo sitio y de aquí que no haya aprendido a recordar lo pasado y analizarlo dinámicamente en el presente, para así poder concluir lo que le pueda ayudar a intentar ver el mañana.

Continuará

Antonio Sáez del Castillo

26 de octubre de 2012

Volver a los artículos